„Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene del Señor que hizo los cielos y la tierra…“
(Salmo 121)
Estamos viviendo una situación que nos zarandea a todos los seres humanos en prácticamente todo el planeta, no es solo un familiar o un vecino el afectado, somos TODOS. Es tiempo de reflexionar y reconocer lo vulnerables que somos, que nosotros solos no podemos, que no somos tan autosuficientes como pensamos, no podemos controlar ni un pequeño virus desconocido y mucho menos la vida o la muerte. Nos quedamos en nuestras casas contemplando las noticias y vemos cómo el planeta entero se colapsa y se llena de temor ante esta enfermedad. De la noche a la mañana este virus (sea o no tan alarmante y peligroso como dicen) lo cierto es que ha puesto nuestra vida patas arriba. ¡Vaya!…, y creíamos que somos tan ingeniosos que hasta nos atrevemos a decir que somos capaces de alargar la vida al ser humano… ¿Realmente pensamos que podemos seguir ignorando a DIOS y creer que somos nosotros los que tenemos el poder sobre todas las cosas, queriendo manejar nosotros lo que no nos corresponde, no reconociendo a DIOS, no ateniéndonos a la ley divina del Creador?
El ser humano está condenado a morir antes o después por un virus muchísimo más potente y cruel que el que nos ocupa en estos días. El virus del PECADO nos tiene infectados desde que nacimos, nos aparta de Dios y no solo por unos días sino por la eternidad. Nos lleva a la muerte eterna. Esto SÍ que es serio. Tal vez pienses: si realmente existiera Dios, un ser todopoderoso, omnisciente y como decimos los que le conocemos “lleno de amor y misericordia”, ¿por qué permite tantas calamidades, guerras y, y, y…? Pues precisamente porque fuera de Su presencia, lejos de Su santidad solo hay tinieblas. El poder del pecado resulta en todo eso de lo que tú en tu corazón estás culpando a Dios. Vivimos en un mundo lleno de oscuridad por el pecado porque el ser humano está muy, muy lejos de Dios.
¡Volvamos nuestra mirada hacia ÉL, busquémosle! Nadie sabe la trascendencia de esta “pandemia global”. El mundo entero está asustado, tratando de protegerse; los gobiernos tomando decisiones y medidas, desesperados. No sabemos lo que pasará ni las repercusiones que esto tendrá. Pero lo que sí es cierto es que DIOS ES SOBERANO y que su AMOR por la humanidad es infinitamente grande. Hoy es tiempo de VOLVERNOS CADA UNO A DIOS, dale la oportunidad de cambiar tú vida. Él está deseando llenar tu ser con Su VIDA y con Su LUZ. DIOS no quiere religión sino una RELACION DE AMOR, no quiere sacrificios sino nuestro corazón. Él ya hizo el sacrificio en la cruz en la persona de Su Hijo JESUCRISTO, Él nos abrió el CAMINO para llegar a DIOS. No hay otro camino, ÉL es el único que murió para darnos VIDA ETERNA Y PAZ que sobrepasa todo entendimiento.
En unos días donde sólo se habla de la propagación del virus… hay un ANTÍDOTO que trae ESPERANZA Y PAZ INTERIOR y es JESÚS, su muerte en la cruz por ti y por mí y SU RESURRECCIÓN comprobada que nos da la certeza de que SÍ…hay algo más… y que la verdadera vida está EN ÉL.
¡¡¡CRISTO ES LA ESPERANZA DE VIDA!!!, ÉL ES LA VIDA ETERNA.
Hoy no es tiempo de TEMER pero sí de REFLEXIONAR y VOLVER NUESTRA MIRADA A DIOS.
„Clama a Mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes e inaccesibles que tú no conoces“
(Jeremías 33:3)
Málaga, 17 de Marzo de 2020 R.R.